VI

Si mentir, permite decir
tú verdad...

para ti



¿Que puedo hacer? sino tocar tu cuerpo, cada vez que lo permitas, una y otra y otra y otra y otra vez, hasta caer dormido en tu brazos de papel, mientras tú vientre me da la suavidad que busco en las horas de embriaguez.

V

Tus manos fueron velas.
Me guiaron a la mar.
Te busque y te encontré.
En el barco, mi cama.
Pasmada y desnuda.
__________
Resbalé por el dorso y
caí en la popa,
despeñando la ancla.
Me adherí a ti. Proa y popa.
Luego atracamos
en la masa ávida, provocando
una conmoción alterna.

IV

Nueve, once,
pedimos un peso.
Marcharon cuatro obesas,
a las cuatro besamos.

Solo gozamos de un tabaco;
y al menos 30 caballeros
calcinados.

Las medias cuestan doce.

Hay algo que esperar.
Un peso, una morena, alguien que se
ablande, cuando caminas ebrio.

Llegó la morena, lleno medio vaso,
Ya no pido un peso,
Solo que esto,
no se acabe durante un buen rato.

III

Tres de la mañana. Hamburguesas de diez. Música lenta en el carro.
(Música, piano, igual a cena aristócrata) Yo sin corbata, ella sin vestir un elegante harapo de $5000. No, ni siquiera teníamos que beber, guardamos $30 para la gasolina. Hay quienes cenan cordero y vino tinto, y se limpian con pañuelos de seda. Pero nosotros, cenábamos hamburguesas, mientras afuera en la calle, un par de perros danzaban al ritmo del piano, junto a una cachorra desnutrida, con el fin de penetrarla.

I

Voy mirando un viejo tren,
lleva consigo, inertes células embalsamadas,
a un camino sin retorno.

Mientras se pierde en la puesta;
en el viento,
la ausencia va dejando.

II

Tu voz tenue, es
amedrentada por el suicidio.

Vas a caer, con las escamas
intactas, sin rasguños
ni heridas en la tez.

Y como bala en el túnel,
esperando el gatillo,
también tú, vas a estallar.

reflexión

...los castillos hechos de palabras retocadas con sangre, se escurren por el espejo, incitando a mirarnos de frente y darnos cuenta que la vida es una lucha incesable y que cuando partimos de un lugar en el que estuvimos bien por un segundo, te das cuenta de la importancia que tiene la hora marcada en ese momento, y terminas asimilando que no todo lo que empezamos termina bien...
L. A. M. O.

Para volver a ti

Despertaré, al dios insonoro,
desvelo sombrío.

Y buscaré, la sombra que une
y deja vivir
en el mismo hálito.

Para volver a ti...

Voy a suponer que no he
palpado tus manos lo suficiente,
y que tus ojos no me
han dibujado todavía.

Medio Ciego

Sueñas con manteles de fiesta.

No soy utopista,
mas que puedo hacer,
la vista no me alcanza para ir tan lejos.

Mas allá del pulcro destello de tus ojos.

Falacias

No crees en ofertas,
sin embargo,
juras que no vas de paso.

Mientras yo,
seguiré opinando que los disfraces,
serán siendo imprescindibles,
en conductas absurdas y en los
momentos mas lerdos de tu vida.

No soy Fantasma

He me aquí , en el sube y baja,
de rodillas al piso.
mirando el extremo de la tabla.

Cercado por sombras.

Y me doy cuenta, los fantasmas siguen paseando en columpios de madera.

Reflejos

Las suelas se mojan con el cielo.

Un cigarro es embestido.
Las gotas de inclemencia estallan sobre asfalto,
agoniza, se funde en la puerta de espejo,
que lleva al interior del retrato.

Llueve en la pintura,
con su fondo de nubes grises, lejos del piso.

Y muere al fin sin poder pasar al otro cielo.

Predecible


Huyes de mí,
como el tren de la estación,
imponente,
sin dar un paso atrás.

Sé que,
como él,
retornaras al mismo lugar.

Sombras

Detrás de ti, estas tu.
Deforme, velado e inserto a ti.

De día testigo,
Te sigues tu mismo.

No es Paranoia.

Mírate al espejo,
Más nunca en secreto.

Ten cuidado.
No podrás correr si pisarte lo pies.

Preguntale si eres tú la voluntad de tu religión,
si lo que pisas, es la sombra de lo que tú reflejas.
O si tu instinto define, lo que tu eres.

La Señora del vecino

La señora del vecino,
A veces no me deja dormir.

Creo que tienen sexo durante las noches
Rondas de diez o quince minutos.

Son una pareja joven,
Si mucho 16 o 17 años de edad.

Sus gemidos no me dejan dormir,
Pero me hacen recordar.

Tienen una pequeñita escasa de edad
Y por lo ruidos de sus papas ni ella puede dormir en paz.

No los critico, solamente deseo aclarar.
Que tener pan y huevos es muy bien,

Pero cuando solo tienes leche,
Eso, si esta de la CHINGADA.

Los convers rotos


El otro dia, fui a pedir trabajo
ya en plena capacitacion, señalaron mis convers rotos,
siendo yo el ejemplo de lo que no no debian traer.
me fui y entre dientes le raye su madre.

El ojete, me apunto por ser un mal ejemplo debido a lo que calzaba,
peor aun, el sr "yo no pongo las reglas" ni siquiera me habia preguntado como me llamaba.
¿Que hace un raton lejos de su madriguera?

_ lo mismo que un mexicano fuera de su nacion _



"buscando pan"

Cri Cri

"Supongo que esta bien
Extrañar lo que odias,
Cuando ya no esta"


I

Cri cri, deja ya de cantar
Y déjame dormir.

Salta, salta, vete de aquí
No vuelvas más.
Salta, salta, ve y encuentra
Otra ventana que fastidiar.

II

Hace días que no escucho a Cri cri cantar.
Será por la lluvias, o fue el viento que lo llevo
A otro lugar

III

¡Oh! Cri cri murió.
Lo vi ayer, tieso en mi ventana,
Parecía camarón deshidratado
¡Pobre Cri cri!

La Estocada

En un paso te lastimé,
En dos zanje tu pureza

En tres pasos me cercaste
Como si te hundieras en el pantano.

Después, tire el látex y
Me escondí bajo la cama.
Luego tosí, no por estar enfermo, sino, por
Inhalar tu decencia.

En aquel momento te vi, como si aun no hubieras nacido.
Y te abrace como el que abraza la víctima.

No supe que decirte y
Me juzgué mal por haber insistido tanto.

Ahora no puedo sacarte de mis sabanas
Te has adherido a la hamaca, igual que una sanguijuela se adhiere al pescuezo.

Por las noches, sueño que soy devorado,
Que me hundo en tus caderas
Y me despierto aterrado.

Ahora soy yo, el que siente los abrazos del victimario.

L A M O

Prefacio de una Muerte

“El sufrimiento es permanente, aislado, oscuro y posee la naturaleza de lo infinito”
Oscar Wilde.

Las ratas disipaban las migajas de atún. El espacio era marrón, con detalles rojizos y anaranjados. El olor era fétido y rancio. Había friego sazonado con ácidos gástricos en las paredes.
Por la ventana se filtraba una tenue luz. Para él, no figuraba el amanecer, sino tornar a lo infinito, al dolor eterno. Significaba volver al recuerdo de por qué estaba ahí, a retocar por horas el mismo escenario sin tropezar con respuestas notables.
Miraba por la hendija de la una ventana, únicamente para darse cuenta que, estaba donde mismo, si acaso para ver a los vecinos haciendo su vida normal. Tal ves con problemas, pero no le importaban, no eran de él.
La idea era seguir muriendo en la penumbra de su resguardo, en la fortaleza que no servia para defenderse de la tremenda soledad, de su dolor. Si, esa era la idea. No pretendía más ojear los periodismos y enterarse de lo acontecido en el mundo. Solo despedía las jornadas habituales, esperando el minuto más comprimido, para liquidar su vida mezquina. Se había convertido, por ironía de la vida, en aquello que nadie recuerda, aquello que permanece siempre en la basura. Se convirtió en un ser deplorable y egoísta que no dejaba de rumiar su propio dolor. Ese dolor que lo hacia agonizar lentamente como la rata que muere con el queso en el hocico, sin haberse preocupado en como volver salva a su madriguera. Así moría, lento, sin pensar en volver, solo viajando. Sin darse cuenta que la existencia de las cucarachas, es gracias a su magnifica adaptación ante el mundo. Y que, aunque sigamos pisándolas, seguirán existiendo para recordarnos lo repulsiva que puede ser la reproducción.
En un súbito movimiento su mirada extraviada se detuvo en el calendario. Era el 2 de abril. Mismo día en que su madre había completado un periodo. La unión de aquel eslabón que acopló ambas cadenas y construyo una sola. Ese mismo día, hace 27 años. Su madre había sido tan feliz de haber parido una bestia semejante a un conejo desollado, pero que la veía como la creación más perfecta del mundo.

El momento no daba para más, las cortinas se impregnaron de olvido. El juicio pronto se alejo entre una lluvia de alucinaciones. El momento era el adecuado, no evitaba sentirse pesado, así como con eslabones de veinte kilos en cada brazo y pierna. Después un abrir y cerrar de ojos somnolientos, y una estela plateada. Cayó explotando igual que una granada, esparciendo en el suelo semillas rojas. Durmió por casi todo un día. Las moscas entraban y salían de su boca, igual que las personas entran y salen de la tortillería a las 12 del día.
En su interior, una milicia de gusanos pretendía darse un banquete de tripas rellenas con migajas de soledad y rebanadas de sufrimiento. ¡Vaya banquete!
Eran las doce del día, despertó con un desierto en su boca y un desfile de hormigas en busca de vino tinto. Levanto su cuerpo esquelético, alzó sus manos y se estiro igual que un resorte. Después de un chasquido, volvió a su complexión normal. Se tocó la cabeza. Busco agua en la mesa, pero no encontró nada. Volvió al refrigerador y bebió de un sorbo, un caldo viejo, imposible de determinar sus ingredientes, debido a que tenía cúmulos de grasa anaranjada. Se limpio la boca y las llagas le ardieron como una quemada. Aun tenía sed. Volvió su cara al lavado. Dentro, había un líquido extraño, con una capa de granitos azules rodeada de polvo blanco. Unas bolas de grasa habían resbalado de algún plato sucio. Abrió la llave pero no salio agua. Aun tenía sed…
Una ves engañado el deseo de beber agua, se tiró al sofá y tomo su pipa. Metió la mano en su bolsillo y saco un bolsita de hierba. Luego de aspirarla sacudió la cabeza. Se recostó. Miro el techo y vio un par de cucarachas deslizándose rápidamente. Al sentir que se alejaba de los recuerdos, procuro sustituirlos, pero no resulto como quería. Su estado mental no era el adecuado para notar diferencia entre lo innegable y lo imaginario. Su mente maximizó, los tamaños, el espacio, agudizo su oído, dañó sus movimientos. Ahora todo estaba dotado de hermosura, el momento era perfecto, no podría sentir dolor. Su mundo se había convertido, en un mundo irracional, en un montón de criaturas, dispuestas a sumergirte bajo tierra si se los permitieras. Pensó en caminar hacia ellas arrojando sangre de sus manos, con el fin de atraerlas. Sus provocaciones fueron contestadas. Se arrojaron contra él y lo que miraba pronto fue nada. -Mi mundo raro dijo- Entonces llego la falla del ser con la tierra, de la madre con su hijo, del mundo real con el individual. Y se desvaneció su mundo creyendo que todo era un sueño hecho realidad.

A Una Mujer Que Odio


El aire impetuoso revolcaba sospechas,
No supe reírme de tu presencia, y me perdí
En el raudo proceso de la ausencia.
Cuando volví, solo estaban tus ojos, errantes,
Sin respuesta a una pregunta obvia, quise estrellar
Mi puño en tu cara, pero no pude y mientras
La cólera machacaba sarro con saliva,
Tú seguías sentada como estupida, esperando transporte
A las tres de la mañana.
La moral es una pendeja, creo que aun sigo teniendo ganas
De rajarte la cara, pero no vale el castigo de matar una zorra,
Solo para que los buitres se hinchen las tripas.
Aun tengo decoro para tratar con bestias.
Las ganas de amasar tu cara siguen latentes, pero
No diré nada, solo me iré a buscar la puta que pague,
Cuando estuve solo.

Déjame Ser...


No soy huésped de tu vientre,
ni la sombra que engalana tu figura.

No soy el suspiro que se pierde con el viento,
ni la carne que desgarras en tu cama.

No soy el que hace sudar la llaga…
déjame ser llama de tu incesante deseo.

...

Nunca sabré si alguna vez
lo viste llorar,
como yo lo vi cuando te fuiste.

Abuelita...
¡Me dolió tanto verlo llorar!

Beso de Alquitran


Vienes a mi, estampa vanidosa,
Ofrendo un beso y te niegas a retenerlo,
¿No sabes? El tabaco me serena cuando espero.


L A M O.

Para no Hacerte Daño


Para no hacerte daño,
Voy a roer las palabras, a ocultar direcciones prohibidas.
Voy a fragmentar las viejas rencillas y definir
Tu imagen precaria.
L. A. M. O.

Seré

Aroma, té de hierbabuena,

Guardo el sabor a menta rancia bajo mi lengua, y aun asi,
Su olor me roza el olfato.

Puedo ver los hilos de humo
Tejiendo la ausencia en el viento, y me rehúso a estar inmóvil, a permanecer oculto tras las bambalinas,
Quiero prender fuego, ser preso de una imagen, de sus breves hilos.

[Aun puedo besar serpientes
Y tragarme su veneno]

[Ser verdugo o mártir, objeto de embustes
O un mentecato que se engaña a si mismo]

Pero al final de todo,
Seré la humedad que disuelva tu fragancia.

L A M O.

A Una Mujer


No sé a que hora, ni en que momento.
La prisión del galante capturo mi lucidez.

Memorias de un tactismo, solo eso,
Noche de apatía,
Que se hunde como navaja en la barbilla.

Se escama mi juicio, si,
Se ven venir sueños de un ósculo ficticio,
Una meta incierta.

Razón de más para que el recelo
Me exhorte a no transgredir más mi condena.

No quiero que perdure el encanto velado
Atrás de una muy bien elaborada estafa, no.

Quiero ser frágil en mi tacto
y duro con palabras.

Marilyn Monroe

En Hollywood te pueden pagar 1.000 dólares por un beso, pero sólo 50 centavos por tu alma.

El Mundo se va Acabar

¡¡El mundo se va acabar!!
Oí mientras sacaba una coca del refrigerador en la tienda del Rulo.
Me pareció que habíamos dejado un trance pero...

...Todavía hay quienes se siguen azotando
Escuchando rolas de timbiriche.

Una señora alarmada decía que nos íbamos a morir congelados
Dentro de unos millones de años.

Solo reímos y hundimos la cabeza
Entre los hombros...

La ignorancia nos cobra caro

Somos producto de consorcios
fingidos...

...somos tradicionales

Estamos acostumbrados
A creer en la mentira
Y a desconfiar en la verdad

Creer que las películas piratas
Algún día van a verse bien.

Hay Martillos que Desgarran el Silencio

Tu carne blanda
Es el festín cuando sueño.

Es inevitable agredirte, tal vez por haberte gozado
Me aferro a tragarte con los ojos.

Exiliado, lejos de tu cuerpo, pretendo alcanzar a Nirvana
En el sopor de la noche.

Los ríos anémicos se van secando,
En esta cárcel no hay derecho a fianza.

El vacío somnoliento
Me desgaja el pecho, exhalaciones de plomo
Solidó y desgarrador, hacen que tragué soledad.

¡¡Hay martillos que desgarran al silencio!!

Ya no hay puntos buenos, ni malos,
Esto es un karma, una liberación de sentidos.

Persecusion de una Fobia en tiempo de Sueño

Al llegar de la calle me acosté en el sillón de la sala para ver televisión. Había tomado una dosis considerable de alcohol así que tenia todo el derecho de sentirme cansado.
– ¡Rayos!
Faltaban cinco para las tres, me abrigo un impetuoso deseo se salir a caminar, como si alguien me hablara desde afuera solicitando mi presencia. Tome la chamarra y prendí un cigarrillo. Hacia frió, procure esconder la cabeza entre los hombros. Me instale a un lado del carro del vecino para hacer pipi, cuando me atrapó un escalofrió. Me sacudí tratando de ahuyentar el fresco y continué transitando la noche. Atrás de mí, dos sujetos se anexan al patrullaje nocturno, supuse que eran de por ahí. Parecían llevar diligencia y pronto se disipo cualquier visibilidad.
Prendí otro cigarrillo y brotó de mí una densa nube de humo, así como brota de las chimeneas en pleno invierno. Recordé a Mamá fustigando para que fuera a revisarme los dolores de pecho que me daban al despertar en las mañanas. Luego me acorde del tío Isidro, el pobre esta muy acabado de tanto fumar y tomar. Tiene algunos dientes amarillos y otros renegridos. Mis recuerdos evocaron de nuevo a Mamá tratando de asustarme, como cuando era niño, asociándome a alguien jodido para advertirme que si no le hacia caso, iba a terminar como él. Reflexione un poco, pero nada importante como para hacer a un lado el cigarro. Después de arrogar dos o tres flemas pegajosas, me senté en una baquita del parque donde estaba y prendí otro cigarro. Tenia la boca seca y procure satisfacer mi necesidad. Me dirigí a la tienda, de esas que abren toda la noche. Estaba a dos o tres cuadras de distancia, así que no era gran cosa. Me dispuse y camine a paso lento, disfrutando hasta cierto punto, esa sensación extraña que te recorre en el cuerpo y hace que te cubras del frío. De pronto empecé a sentir una angustia, una comezón insanable. Después escuche un alboroto cercas de mi estancia. Al caminar por enfrente de esa casa, me congele, sentí de nuevo la comezón y el frió hasta los huesos. No tuve reacción alguna, el miedo se apodero de mis remos. Sus soplidos me aterrorizaban más que ninguna otra cosa, su imagen era horrenda, hacia que deseara cerrar los ojos y no abrirlos jamás, pero no puede. Perdí la razón. Era enorme, su cabeza era del tamaño de un elefante, sus dietes parecían enormes colmillos de marfil. De sus patas salían cuchillas, des sus ojos llamas y carbón. El hocico estaba lleno de lava. Se lanzo contra mí, pero la cadena y el grandísimo barandal le impidieron devorarme. ¡Que susto! Como aquella vez. La turbación me daba un abrazo familiar. Cuando vio que no me movía, detuvo sus gruñidos, luego se tiro al piso, apoyando la cabeza en las patas delanteras y me miró profundo. Al igual lo miré, y fue un instante, antes de poder moverme otra vez, que sentí del perro la condolencia más grande que jamás he sentido. Dicen de estas bestias muchas cosas, que pueden oler el miedo y las cosas sobrenaturales. Supongo lo obvio, olfateo en mí algo terriblemente podrido, acumulado desde hace varios años. Volví la cabeza y me aparte del lugar mientras el perro hacia ruidos sosegándose asimismo. Se contuvo la parálisis y pude mover con gran esfuerzo las piernas. Unos metros adelante me senté en la banqueta, porque me temblaban las manos y los pies. ¡Demonios! ¡Cuanto miedo sentí! Es como un deseo de golpear aquello que me aterra, pero la impotencia me detiene al instante, me paraliza.

***

Cuando niño, mi hogar era un pueblecito muy pintoresco, llamado Huajumar. Estaba cercas de la cascada de Basaseachi, ahí estaba mi familia entonces. Mi Padre nos mantenía únicamente cosechando el campo. Era una vida sencilla, cotidiana, multicolor, lleno de verdes. Una tarde del Domingo, muy hermosa se transformo en el recuerdo más horrible de mi infancia. Recuerdo no muy afanoso lo confieso, esa tarde. No era época de siembra pero alcazaba a divisar los campos dibujados con surcos de la última siembra. Los tastcates pintados de un verde pardo, oscuro. El suelo cubierto de plantas de anís, con pequeñas florecidas amarillas de un olor fresco y limpio. Como cada domingo seguro era el baño. Eso significaba que si me bañaba seguro me darían una fortuna de dos mil pesos para gastar. En aquel entonces, me alcanzaba para comprar varios dulces. Me encontraba impaciente, era necesario ir a la tienda de antes de que cerraran. Pero mi hermano no estaba, se había ido con unos amigos a montar en caballo. Mi hermana estaba ocupada, ayudando a Mamá con las tortillas. Mi Padre, rajando leña para el calentón y mi madre, atareada en la cocina preparando el café y la cena, de papá. Así cuando llegara fatigoso mamá podría curar su cansancio con una flamante cena y café caliente. No había nadie dispuesto a llevarme a la tienda.

– Mamá, Mamá, déjame ir a la tienda, ya estoy grande para ir solito.
– No, espera a que se desocupe tu hermana.
– Mamá, Mamá...

Insistí tanto. Pero no logre convencerla y me fui temerario como el héroe que se dispone a la aventura. Ya podía saborear los dulces en mi boca antes de llegar. Pero, ¡ah! ¡Sorpresa! la tienda estaba cerrada, extraña fortuna la que me hizo ir en busca de lo prometido. Sin más reparo me encamine de vuelta y seguí caminando, pero me detuve un segundo y di marcha atrás. Había recordado la tienda de paquita. Pero el portón de vigas estaba cerrado. Y como una voz cercas de mi costado escuche, una conversación del pasado. Una vez que veníamos de misa, llagamos a la tienda de paquita, y le dijo a Mamá que cuando viera el portón cerrado lo abriera y le tocara la puerta para poder oírla y despacharla. Entonces intente abrir el portón pero estaba muy pesado. Pase por debajo de la viga cuidándome de no rasgarme la piel con un hierro mal clavado. Delante de mí estaba la tienda a unos cuantos metros. Caminé. Me palpitaba el corazón fuerte, sabía que toda mi desilusión se curaría en unos instantes. Cuando le llamé a paquita, mis gritos despertaron a las fieras que cuidaban el lugar. Olvide todo. Di la vuelta y corrí como si alguien de mi familia estuviera en peligro y solo yo podría ayudarle. Al llegar al portón me tire al piso y divise una jauría. Venían por mí. Mi surte no estaba conmigo esa vez. Me atore con el clavo salido y no podía sacarme, del embrollo. Sentí que las fauces de la fiera me habían atravesado, pero ya no estaba a su alcance. Me había safado del clavo rasgando el pantalón. Pero aun así no deje de sentir como el frío corría por las piernas. Quería pegarles del coraje, pero era mucho riesgo. Tuve mucho miedo. Me eche a correr, y no me iba a devolver por el, dinero que se me había caído ¡Por supuesto que no! Me fui a casa, con las piernas temblorosas y los ojos llorosos. Cuando llegue, mi Madre se sorprendió al verme. Traía el pantalón rasgado y sucio. Pregunto que me había pasado. No podía hablar, solo se me rodaban lágrimas por las mejillas. Me volvió a preguntar, pero no podía responder, y se empezó angustiar. Entonces le hice señas con los dedos, como cuando simulas que el dedo índice y el medio, son dos piernas corriendo o bailando. Mamá no entendía nada. Yo quería decir lo sucedido, pero no podía hablar, le volví hacer señas con los dedos, pero seguía ignorando la correteada, luego me abrazo y moje de nuevo su brazo con emociones involuntarias.
– ¡Me corretearon los perros!
Dije, casi ladrando.

***

Encendí otro cigarrillo para calmar los nervios. El sudor corría libre por mi pecho y se hacia helado. Me paré y fui a la tienda. Ahora traía la boca mas seca que antes. Al llegar, pedí una botella con agua. La bebí tan deprisa que no me di cuenta. De regreso, pensé en rodear no iba a pasar de nuevo por donde mismo. Pero otra vez una voz en mi costado me dijo regresa por donde viniste, y entendí que para volver a salvo de cualquier lugar es mejor regresar por donde se vino. Del algún modo tenia que enfrentar el pasado. Caminé lento, y por fin estaba de frente al golondrino, mirándonos otra ves. Espere que pasara lo extraordinario, que fuera solo algo imaginativo. Pero esa noche después de mirarnos, algo paso y no se que fue. La bestia me atravesó con la mirada, y ladro tan fuerte. Su ladrido retumbo dentro de mí y luego sentí el cuerpo tibio y se fue enfriando rápidamente. Mis ojos se tornaron somnolientos, y fui perdiendo la fuerza de las piernas, caí en el barandal de un golpe. Un forcejeo me sacudió, y después oí ecos que se alejaban. Ya en el suelo, mi cuerpo parecía el de un boxeador noqueado, con la cabeza ladeada, el pecho contra piso, mis piernas ligeramente separadas. Luego sentí expiraciones calidas y roncas en mi cara, mis cachetes húmedos, pero calidos. Y una sensación indescriptible. Algo dentro de mí se había quebrado y sentí un dolor fuerte en la espalda. Tenía la cintura tan dolida.

***

Cuando desperté, se oían voces anunciando aparatos de ejercicio. Quite las llaves debajo de mi cintura y... por fin desperté.