Mi Torito

Resulta que estaba mirando sin mirar, ¿Saben de que hablo? de aquellas veces en que estas inmóvil con el pensamiento más perturbador en la mente. Cuando de pronto, la vida me dio el vuelco más estremecedor de toda mi vida.

Pensaba en cómo estaba agonizando mi toro, aquel toro de mi infancia, aquel que era mío por capricho y de nadie más. Lo vi morir en manos de un ser querido. En mi flashback, palpaba su frente achatada por el hacha, y con aquel sentimiento de un niño, me sentí angustiado al contemplar su mirada torcida, expulsando por el hocico jadeante una lengua que parecía exclamar su último aliento. La impotencia de un niño que sufre al perder su “algo” favorito, es un escenario intensamente lúgubre. Crecí hasta los diez años sin saber que una vida se puede extinguir con el fin preservar a las demás.

Cuando retorné y de nuevo fui escupido al mundo real, mi madre lloraba a un costado mío. Entre sus manos había un encabezado y resbalo por sus piernas, dejándome leer
“Murió a manos de su verdugo, con la lengua de fuera y la frente destrozada”

Me negué a seguir leyendo…
La mire a los ojos…

Ésta vez no había preservación, ¿Qué hacer? ¿Qué decir? desearía no recordar mi torito, pero no puedo. Seguiré creciendo año con año hasta mi muerte, pensando cruelmente en la muerte de mi padre.