...y no es la ausencia la que duele en realidad, son las marcas que dejamos en la piel, con tanta fuerza que no dejan respirar, con tanta fuerza, como un acto criminal...
El camino se torna abrupto. Lleno de lucecillas verdes. Dando pie a una continuidad accidentada, por violar la única ley que te exhorta a no personificar el yo destructor, el sedentario, el mismo que lograr exterminar la semilla de toda efusión.
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